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15 de noviembre de 1922
El despertar político de la clase obrera
“Para el año de 1922, cuando en el país se agudizó la crisis económica y política, reflejo de la crisis del mundo capitalista, la clase obrera -que había crecido numéricamente- hizo notorio su despertar político. Enfrentando la explotación y la opresión, bajo la influencia de las ideas de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia, se movilizó crecientemente por sus derechos en las principales ciudades y en Guayaquil declaró la primera huelga general, poderosa y combativa, que fue aplastada con la masacre del 15 de noviembre”.
El 18 de octubre de 1922, los trabajadores ferroviarios presentaron un pliego de peticiones a la Empresa Quito and Guayaquil, Railways Co., entre cuyos puntos se destacaba el cumplimiento “irrestricto” de la ley de 8 horas y de accidentes de trabajo. Concluido el plazo de 24 horas fijado, se declararon en huelga, produciendo la total paralización del ferrocarril. Los habitantes de Durán, a costa de sus vidas, detuvieron las maniobras de los esquiladores empresariales y gubernamentales (rompehuelgas) a los que hacían un llamamiento a confraternizar con la lucha. Mujeres y niños, entre ellos se destacó Tomasa Garcés y sus hijos que se tendieron sobre las rieles para impedir el paso de las locomotoras que estaban bajo el control de los rompehuelgas. Los obreros lograron un aumento salarial, pero no lograron la renuncia del gerente, J.C. Dobbie, persona conocida por su actitud antiobrera.
Los trabajadores de las Empresas de Luz Eléctrica y de Carros Urbanos formularon el 8 de noviembre sus respectivos pliegos de peticiones, exigiendo el pago de indemnizaciones por accidentes de trabajo; alza de salarios; jornada laboral de 8 horas diarias, entre otros. Los capitalistas declararon un paro patronal, secuestrando a varios obreros para obligarles a trabajar y pretender que los obreros acepten el aumento de las tarifas, lo que fue rechazado por los obreros, quienes se declararon en huelga el 9 de noviembre.
El 13 de noviembre, los trabajadores accedieron a proporcionar servicio eléctrico nocturno y la Asamblea de Trabajadores decretó el paro general. “Estamos vinculados por un gran imperativo: EL HAMBRE y no toleraremos que el déspota capitalista, quiera pisotear nuestros derechos. Si ellos viven dentro de la abundancia y de la orgía es debido a nuestros brazos, a nuestras energías y a veces hasta de nuestras vidas”, decía el decreto obrero.
Ese día se paralizaron totalmente las actividades, el Comité de Paro, al que se le denominaba como “el Soviet de Guayaquil” asumió el control de la ciudad, debiendo las autoridades gubernamentales solicitar autorización a los trabajadores para transitar con sus vehículos.
Esa misma tarde la fracción importadora de la burguesía, por intermedio de José Vicente Trujillo, síndico de los trabajadores eléctricos, sostenía que en nada beneficiaba el aumento salarial, en tanto no se restituía el dólar a su precio anterior, por lo cual se insertó en el pliego de peticiones la incautación de giros y la baja del dólar que favorecía a las facciones de la burguesía y de los terratenientes ligados al banco del Ecuador y al Banco de la Previsora.
Las concentraciones populares del 14 y 15 de noviembre fueron multitudinarias, “estaba todo el pueblo, menos los ricos”, según la Cantata del 15 de Noviembre, las que fueron calificadas por F.W. Gonding, Cónsul General de los Estados Unidos como el “peor levantamiento socialista”. El 14 de noviembre el presidente de la república, José Luis Tamayo, ordenaba al Jefe de la III Zona Militar de Guayaquil:” General Barriga. Espero que mañana a las 6 de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste”. El Presidente de la Cámara de Diputados, Carlos Arroyo del Río advertía: “Si la chusma hoy se levantó riendo, mañana se recogerá llorando”.
El 15 de noviembre el pueblo se movilizó hacia la gobernación, para rescatar a dos manifestantes presos, en el camino fueron disparados, entre los primeros cayó el panadero Juan Baldeón, Presidente del Gremio. Varios cientos fueron arrojados con el vientre abierto a la ría, por ello se conmemora con las cruces sobre el agua. El Secretario del Consejo de Estado, José María Velasco Ibarra decía: “No hay tal masacre, no hay tal crimen, lo que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado almacenes para robar”.
“Esta acción de las masas trabajadoras señaló, por primera vez en la historia del país la presencia política de la clase obrera. Nació el proletariado a la vida nacional, mostrándose como la clase más revolucionaria, como la más firme fuerza social que se opone al feudalismo, al capitalismo y al imperialismo. Esta jornada señaló al mismo tiempo, una lección para la clase obrera, que no debe confiar jamás en la burguesía, que debe organizarse y luchar como una fuerza política independiente”.
Tomado de En Marcha.
(Apuntes sobre la Historia del Movimiento Obrero de Patricio Ycaza)