PARTIDA DE NACIMIENTO DE JUAN JOSE FLORES.


LA PARTIDA DE NACIMIENTO DE JUAN JOSÉ FLORES

LA GENEALOGÍA DE JUAN JOSÉ FLORES
POR ALFONSO RUMAZO GONZÁLEZ.
Tomado del suplemento dominical Semana. Diario Expreso.
¡Al fin ha aparecido la partida de bautismo de Juan José Flores! primer presidente del Ecuador e hijo de Puerto Cabello. Constaba en un pequeño libro de  escazísima circulación en Venezuela, probablemente distribuido solo entre amigos, sin pie de imprenta y editado en Caracas hace veintidós años (1974) por Luis Alfredo de Colomín, farmaceútico de Puerto Cabello. Trae el título de “Venezuela y sus próceres”; lo publicó la viuda del autor, el cual había fallecido dos décadas atrás (1953). Complacíase Colomine en su hobby de investigador preocupado siempre por el Estado Carabobo, sus hombres y sus realidades; las varias colaboraciones suyas en la prensa sobre vidas de próceres carabobenos hicieron que la Academia venezolana de Historia le nombrase Miembro Correspondiente.
La partida bautismal reza: “Ministerio parroquial de San José -Puerto Cabello (sello). Feliciano Alonzo, de la Orden de los Agustinos Recoletos, cura párroco de San José de Puerto Cabello: Certifico que en el Libro de Bautismos del Archivo a mi cargo, correspondiente al año de 1800 se encuentra una partida del tenor siguiente: “Juan José -en diez y nueve de Julio del año de mil ochocientos-. Yo el infrascrito cura Rerdo de esta parroquia de Puerto Cabello bauticé solemnemente según el Ritual Romano a un pardo de seis días de nacido, al que puse por nombre Juan José, hijo natural de Manuela Rivera, blanca; fue padrino dn J. F. Pérez, a quien advertí el parentesco y obligaciones de que certifico -ochocientos em°-va.- Franco Ant. Zurita. Es copia exacta del original que, a petición de parte interesada certifico en Puerto Cabello a 14 de Febrero de mil novecientos cuarenta y cuatro. (f) Fray Feliciano Alonso”.
Señala Luis Alfredo Colomino que la tradición en Puerto Cabello es que Juan José usó el apellido Flores, muy común en la ciudad, porque “era hijo de un señor Flores Martínez, en la expresada Manuela Rivera, oriunda de Borburata”.
Flores, en el Ecuador desde 1822 -habia actuado en la batalla neogranadina de Bomboná, como coronel- se preocupó de ocultar socialmente su origen espurio a pesar de que sus contemporáneos lo conocían. Bolívar le dijo a Perú de La Croaix, en Bucaramanga: “Solo ha faltado a Flores el nacimiento y la educación”. El edecán O’Leary escribió: “Flores, bastardo de mérito singular”. Audazmente, ambiciósamente, se casó en Quito 1824 con Mercedes Jijón, aristócrata y muy adinerada. Seis años más tarde, en virtud del asesinato  de Sucre y por otros factores, se hará Presidente del Ecuador, por tres veces; hasta que lo expulsaran del país. Intentará la reconquista del poder, fracasará de modo vergonzosamente al oponérsele al intento varias naciones; entrará al servicio del tirano García Moreno y bajo esa tolda morirá de enfermedad a los sesenta y cuatro años. Desapareció la huella de la ilegitimidad en el nacimiento de Flores hasta tal punto que el Presidente de la Academia nacional de Historia del Ecuador, Jorge Salvador Lara, en su libro “La República del Ecuador y el general Juan José Flores” expresa: “Venido al mundo (Flores) en Puerto Cabello, Venezuela, el 19 de Julio de 1800 o 1801, fue según afirma sin citar la fuente el historiador liberal Camilo Destruge, hijo legítimo de un matrimonio español”. Rodolfo Pérez Pimentel, en uno de los tomos de su muy minucioso y rico en generosidades “Diccionario Biográfico  del Ecuador”, escrito con alta nobleza, le da a la madre de Flores el apellido Aramburo. Issac J. Barrera dice simplemente: “Nacido en muy pobres pañales y de oscuro origen”, etc.
Desconfiaba Flores de los ecuatorianos, al menos políticamente. Al terminar su primera presidencia nombró solo dos ministros quiteños: José Félix Valdivieso y Antonio Fernández Salvador, que muy pronto fueron reemplazados por dos neogranadinos: Félix de San Miguel y García del Río. Para la  Guerra, un general neogranadino; y Ministro Secretario General un coronel chileno. Además: “Se rodeó de unn grupo de militares adictos, casi todos extranjeros. También se rodeó de parientes de su mujer y amigos íntimos de la familia Jijón, únicos ecuatorianos en los altos cargos”. Según Salvador Lara, “El Congreso unicameral -“estaba corrompido, compuesto en su mayoría de clérigos aspirantes, de empleados serviles y de monopolistas interesados en la continuación del “agiotaje”, en palabras de Rocafuerte.
Mientras vivió Flores, se conoció muy concretamente su historia inicial. Montalvo le llamó “genízaro”. Y García Moreno, hacia 1847, escribió en “El vengador” esta observación malévola: “Los artículos de la fe genízara son 4: siete pertenecen a la personalidd de don Juan José de la Reconquista. Estos son: el primero, creer que don Juan José, en cuanto hombre, debe ser la obra de algún travieso…”.
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Cambiando de tema, la familia Flores Jijòn y allegados estuvo  desesperada por utilizar truculencia para mejorar su pedigri. 
Hay un retrato (pagado) del general Salom -tìo de don Juan Josè- que era africanibus, tan bien hecho, que ahi ha desaparecido la herencia mulatoide y aparece como un perfecto miembro de la Càmara de los Lores.
Luego Flores Caamaño en el siglo19 viajò a Venezuela para desaparecer todo vestigio del nada aristocràtico pasado del general Juan Josè. 
No obstante, dècadas màs tarde, (por desgracia para sus deudos) se encontrò la partida de nacimiento del ex presidente..
El artìculo de Alfonso Rumazo Gonzàlez comentando tal cosa se publicò en diario Expreso.
Flores Caamaño le pagò dinero al historiador Pedro germìn Cevallos para que en la reediciòn de su libro de historia del Ecuador quite todo lo feo que habia escrito sobre don Juan Josè de la reconquista...el màs siniestro y frio asesino que se apoderò con increible astucia de esta ìnnsula...claro....con el cadàver de Antonio Josè de Sucre de por medio.
Fue tal la audacia y la falta absoluta de escrùpulos de Flores, que, envanecido, fue a ofrecer al Ecuador como posible reino para el hijo de Marìa Cristina de Borbòn, con èl de regente, y se comenzaron los preparativos para llevar a cabo este siniestro plan que devela lo despreciable que fue Flores.
En el tiempo en que fue presidente de este paìs, una vaca costaba 4 pesos dice en LA NOVELA ECUATORIANA el Dr. Angel F. Rojas. Flores cobraba entonces 12.000 pesos anuales por ser el primer mandatario. Buena vida y grandes propiedades que pudo adquirir con tremendo sueldo. Esquilmò al Ecuador y lo dejò en pèsimo estado, consolidando el latifundismo. La familia Jijòn, que no estuvo a favor de la independencia, y temìa sufrir retaliaciones por parte de los victoriosos republicanos, ofrecièndole al general vencedor  el matrimonio con una de sus prestigiosas doncellas, le ayudò a encumbrarse socialmente -cosa que èl estaba buscando- mientras por su lado se integraba triunfalmente y con poder a la nueva situaciòn polìtica, de la que los miembros de esta familia y sus allegados supieron sacar provecho. Fueron monàrquicos que acrecentaron su poder feudal en la nueva coyuntura sociopolìtica.
Flores se sostenìa en un ejèrcito de  tres mil pardos venezolanos que cometìan en los pueblos y aldeas las tropelìas y abusos que les daba la gana.
El hijo del general Flores, Antonio, tambièn fue Presidente del Ecuador, de triste memoria: Angel F Rojas, en el citado libro, comenta que "los Flores, los Caamaño, parientes entre si, imitadores del ejemplo del funndador de la "dinastìa", esquilmaron descaradamente al paìs. Tan descaradamente, que todo el mundo descubriò el juego y les cubriò de infamia".
Los crìmenes cometidos en el gobierno de Juan Josè Flores los recuerda la historia. Està el caso del general Josè Marìa Sàenz del Campo, asesinado luego de un encuentro en el norte del paìs, luego de que se habìa rendido y habìa entregado su espada. Y la masacre cometida contra los miembros del grupo liberal "El Quiteño Libre", sin olvidar la masacre de ecuatorianos que se cometiò en la desigual batalla de Miñarica. Entonces Flores gozaba del apoyo de la burguesìa de Guayaquil que recièn se volvio en su contra en 1843, cuando se opuso a la nueva Constituciòn que eternizaba el mando de Flores, sin alternar en el poder ni con Rocafuerte, de nuevo, ni con Roca.
Flores era compadre de Josè Joaquìn de Olmedo que fue su vicepresidente en su primer gobierno. Hay una larga correspondencia epistolar afectuosa entre ambos personajes. Tan ìntimos amigos eran que, cuenta su biògrafo Gustavo Vàsconez Hurtado que el poeta hasta se encargaba de buscar comadrona para un parto de la primera dama, la comadre Merceditas.

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JUAN JOSE FLORES Y ARAMBURU

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.
 
DEL DICCIONARIO BIOGRÀFICO DEL DR. RODOLFO PÈREZ PIMENTEL.
 
 Nació en Puerto Cabello, Capitanía General de Venezuela, el 19
de Junio de 1799 (1) Hijo del comerciante español Juan José
Aramburú, que se embarcó a España a los primeros síntomas
de la revolución y murió en Vizcaya y de Rita Flores Bohorques,
natural de Puerto Cabello, "quien solo se recomendaba por los
dotes que había recibido de la naturaleza y señaladamente por
su físico".
Como hijo único, al viajar su padre quedó en posesión de sus bienes
consistentes en dos casas y algunos esclavos y aprendió las primeras
letras en el establecimiento del canario Vicente Molina, quien le dispensó
favores útiles a su infancia.
A los doce años su tío segundo Bartolomé Salom, que vivía cerca, lo
alistó en las armas patriotas y actuó durante el primer sitio de Valencia.
Después asistió al segundo sitio y logró salvar su vida cuando la ciudad
fue tomada por los realistas, merced a la protección que le dispensó el
Coronel español Remigio Ramos.
En calidad de prisionero de guerra fue trasladado a Bariñas y a
Guasdalito, donde le engancharon en el cuerpo de Sanidad Militar de
la División del Coronel Sebastián Calzada, que se dirigía a los llanos
de Casanare y peleó en Chile contra los patriotas, con resultados indecisos.
Entonces el jovencito Flores, que ya era Cadete, aprovechó la confusión
del momento para separarse de esas filas y dirigirse a Pore, donde el
Brigadier Rocafuerte le acogió con interés, confirmándole el rango el
14 de Abril de 1815.
(1) Se ha dado como año de su nacimiento el 1800 pero es un error.
De allí en adelante combatió en Arauca y Palmarito a las órdenes de
Páez y con el Coronel Antonio Rangel estuvo en los encuentros de Mata
de Miel, Mantecal, Achaguas y Paraguas. En Blanco Largo volvió con Páez
que le expidió el título de Alférez efectivo el 18 de Julio de 1816. En esos
encuentros solo se buscaba conquistar posiciones estratégicas mientras
Bolívar atacaba a los españoles en la Nueva Granada.
Después fue Subteniente efectivo y en 1817 asistió a los acciones de
Caracoles contra el Jefe español Gorrín, al sitio de San Fernando con
Páez, en los tres combates de Apuritos, en la Victoria sobre el General
realista Dionisio Oronoz, en los dos combates contra el Comandante Juan
Duran y en San Antonio de Apure donde fue ascendido a Teniente efectivo.
Entonces se produjo la famosa batalla de Calabozo que hizo huir a Morillo
hacia los llanos, donde se separaron Páez y Bolívar. Este último se enfrentó
a Morillo en Senén y en la sorpresa de Rincón de los Toros, perdiendo en
ambos encuentros. Páez, en cambio, lo hizo con el Brigadier de la Torre
en Cogedes y también perdió. Allí Flores fue herido con una lanza en el
pecho y su conducta heroica fue elogiada en la Orden General del ejército
y sirvió para que Bolívar le ascendiera a Capitán el 28 de Junio de 1818,
justamente a los 20 años de edad después actuó en Mijagual y en Araure.
En 1819 combatió en Nutrias, Paso Narrereño y Trapiche de la Gamarra
con Bolívar, con mala fortuna; luego en Trapiche de Alejo y en la acción
de la Cruz. Entonces Bolívar pasó a la Nueva Granada por el inclemente
páramo de Pizba, engrosó a su ejército con varios contingentes criollos
y atacó al Jefe realista Barreiro en el Pantano de Vargas y en Boyacá,
cruelísimos combates que le fueron favorables y le abrieron las puertas de
Bogotá consolidando la independencia Colombiana.
Mientras tanto Flores había pasado a la campaña de Merida donde luchó
en el río Zama y en Mauchíes a las órdenes del General Antonio Rangel,
por ello Bolívar lo ascendió a Teniente Coronel el 3 de Octubre de 1820
y el 22 de Marzo del 21 recibió el grado efectivo.
Ese año, como Jefe de Estado Mayor, peleó en la batalla de Carabobo y
asistió al asedio de Puerto Cabello que terminó por caer en manos de
los patriotas en 1822. Entonces pasó a Quito —donde aún continuaba
la guerra- y tras la gloriosa batalla del Pichincha, Bolívar le designó
Gobernador de las levantiscas sierras de Pasto en 1823 y tuvo que
combatir al valiente caudillo indígena Agustín Agualongo, que con 800
hombres bien parapetados derrotó a Flores en el paso del río Juanambú,
librándose de caer prisionero porque escapó con José María Obando a
Popayán, mientras Agualongo avanzaba a Ibarra con el ánimo de tomar
Quito, pero fue frenado por el General Bartolomé Salom, que prosiguió
hacia el norte a sitiar Pasto, donde se le unió su pariente Flores.
Un mes después ambos abandonaron el sitio. Flores pasó a Túquerres
y Salom se retiró a Ibarra a rehacer sus efectivos, que se volvieron a
unir en una acción envolvente en Pasto, Mientras tanto Agualongo había
emprendido la invasión de Barbacoas donde fue rechazado por Tomás
Cipriano Mosquera y bastante debilitado regresó a Pasto, le tomaron
prisionero y fue fusilado con quince de sus principales capitanes.
En esa campaña Flores sostuvo un singular duelo a caballo con un brabucón
guerrillero pastuso, al que puso en vergonzosa fuga frente a las miradas de
sus atónitos compañeros.
El 25 de Abril de 1824 Bolívar le designó Coronel efectivo y Comandante
de la Provincia del Pichincha. Al año siguiente volvió a insurreccionarse
Pasto con el Coronel Mina y el Cura José Benavides y con trescientos
hombres de Tulcán los derrotó en Sucumbios.
Nuevamente en Quito contrajo matrimonio con Mercedes Jijón y Vivanco,
tuvo trece hijos y un matrimonio feliz, Una descripción de su aspecto físico
le muestra así: "Joven, de cuerpo algo bajo y delgado, de facciones
animadas y traviesas, con fama de valiente y buen jinete, vivo, alegre,
sagaz, dotado del don de gentes, activo y hábil capitán".
En 1826 sofocó la sublevación del batallón Araure en Quito y ascendió a
General. El 27 fue llamado a Venezuela por Bolívar a preparar una
expedición armada contra Puerto Rico y Cuba, pero la protesta de
Guayaquil contra la Constitución colombiana le impidió el viaje y tuvo
que iniciar una campaña militar que terminó en Septiembre de ese año
con la toma del puerto principal.
En 1829 al romperse las relaciones con el Perú fue designado Jefe de
Estado Mayor del ejército de Sucre, que derrotó en Tarqui a los peruanos
del Mariscal Lamar.
En esa batalla mataron al caballo de Flores y una bala le atravesó el poncho.
Luego de la victoria fue ascendido a General de División en el campo de
batalla.
Después se retiró a Quito con el cargo de Prefecto del Departamento Sur
de la Gran Colombia mientras Sucre partía a Bogotá a presidir el Congreso
Admirable, así llamado, por la calidad de sus miembros.
El 13 de Mayo de ese año Flores declaró la creación de la República del
Ecuador desmembrando el Distrito Sur de la Gran Colombia, siendo
designado Jefe Supremo interino. Al día siguiente se instaló la Asamblea
que aprobó la primera Constitución de la República. Sucre estaba en Bogotá
y al enterarse de los sucesos apuró el regreso a Quito, pero fue asesinado
alevosamente en las selvas de Berruecos. El crimen originó un juicio que
terminó recién en 1842 con el fusilamiento de Apolinar Morillo en Bogotá,
pero la polémica histórica ha perdurado hasta nuestros días,
responsabilizando como autores intelectuales a los Generales José María
Obando y Juan José Flores, quienes mantenían relaciones epistolares por
medio de Pedro José Arteta, concuñado de Flores.
A mediados del 30 se internó hacia el norte a defender la incorporación
de Pasto al Ecuador mientras el Coronel Luis Urdaneta declaraba la
revolución en Guayaquil a favor de Bolívar, obligándole a regresar
apuradamente a Quito donde la situación tampoco iba bien. De todas
maneras se dio mañas para pactar una tregua que terminó al conocerse
la súbita muerte del Libertador. Entonces Urdaneta abandonó el país.
En 1831 anexó Popayán e incorporó el Departamento del Cauca. El
32 ocurrió la sublevación del batallón Flores en Latacunga, que se desplazó
hasta Bahía de Caráquez, donde sus miembros fueron exterminados. Se
incorporaron también las Islas Galápagos, pero en el norte se perdió Pasto,
Popayán y el Cauca. En lo personal adquirió a su compadre Miguel de
Anzoátegui la hacienda La Elvira y el molino de la Chima cercador Babahoyo, con parte del dinero de un empréstito nacional (2) arribó Rocafuerte de Méjico y fue saludado por los miembros del Quiteño Libre, sociedad contraria a Flores, que le hicieron elegir diputado para que
presidiera la oposición y al oponerse a la concesión de las facultades
extraordinarias fue preso y trasladado al destierro, pero en mitad del
camino le liberaron y proclamaron Jefe Supremo de Guayaquil, mientras
en Quito abortaba la conjuración del Quiteño Libre.

(2) La llamada deuda Anzoategui de 300.000 pesos, adquirida por el
Ecuador en 1831 a través del Vicepresidente Olmedo en Guayaquil a los
agiotistas Pereira, Mandracha, etc. Con la garantía personal del
comerciante, Miguel de Anzoategui y Cossio. I como Flores jamás pagó,
tuvo que desprenderse de su valiosa hacienda Mapasingue al Norte de
Guayaquil y salir a Panamá.

Entonces comenzó la guerra de los Chihuahas, Flores se trasladó cerca de
Guayaquil y tras atraer al Comandante Pedro Mena, la tomó por sorpresa
y obligó a los revolucionarios a huir a Puna. Mas, una nueva y sorpresiva
acción le permitió apresar a Rocafuerte. Vicente Ramón Roca arregló
una alianza que se suscribió el 9 de Julio de 1833 entre Flores y
Rocafuerte y que al conocerse en Quito ocasionó la reacción de los
sobrevivientes del Quiteño Libre, que en Abril del 34 invadieron el norte y
proclamaron la Jefatura Suprema de José Félix Valdivieso, quien movilizó
sus fuerzas hasta Babahoyo y ocupó el resto del país, mientras Flores
entregaba el poder a Rocafuerte e iniciaba operaciones militares contra
Valdivieso, produciéndose el enfrentamiento el 19 de Enero de 1835 en los
campos de Miñarica, tras lo cual, Flores y Rocafuerte ocuparon Quito,
mientras los vencidos huían a Colombia.
Vicente Rocafuerte inició un gobierno civilizador y progresista al tanto que
Flores conservaba el poder del ejército en Babahoyo, cultivando a las musas
; de esa época son las poesías que recopiló Víctor León Vivar de manos de
Virginia Flores Jijón y dio a la publicidad en Chile, en 1892, bajo el título de
"Ocios Poéticos"
El 39 y al término del período de Rocafuerte, el Congreso eligió Presidente
a Flores, quien pudo gozar de la paz impuesta por su antecesor y dar
comienzos a un ambicioso programa de obras públicas y colegios,
principalmente en Quito; pero, mal aconsejado por algunos espíritus
pequeños y ambiciosos, quiso eternizarse en el mando en 1843, hizo
aprobar por la Convención Nacional una nueva Constitución —la tercera
que tuvo la República— y que por su contenido aberrante y absurdo fue
llamada "Carta de Esclavitud", que autorizaba la reelección presidencial
indefinida con períodos de ocho años, convirtiéndole en el dueño legal del
país, pues ya lo era del ejercito en manos de militares extranjeros a los
que Rocafuerte llamó Genizaros y del Congreso que ocupaban sus amigos
y cuyas representaciones habían ampliado igualmente a ocho años.
Para colmos, se estableció el cobro anual de tres pesos y medio a todo
varón mayor de veintidós años y menor de cincuenta y cinco. Abuso que
sirvió para que se insurreccionaran los pueblos y tuvo que suspenderse el
odiado tributo.
En Quito se inauguraron varias sociedades opositoras y hasta se le quiso
asesinar. Rocafuerte rompió en Guayaquil su alianza y marchó al exilio
en Lima, comenzando una campaña por la prensa con sus "Cartas a la
Nación", que tanto impactaron en la opinión pública hasta la revolución del
6 de Marzo de 1845 en Guayaquil.
Entonces Flores envió al temido General Otamendi a su hacienda La Elvira
con el ánimo de que apenas cesaran las lluvias invadiera al puerto principal,
pero los marcistas se le adelantaron y comenzó la lucha. En Mayo pudo
llegar Flores, mas el cerco se fue estrechando cada vez más hasta que
se vio obligado a pactar el 17 de Junio, aceptando su retiro por dos años
a Europa, conservando sus empleos, honores, rentas y propiedades y el 24
salió a Guayaquil, donde lloró al comprender sus errores políticos.
Poco después, mientras se encontraba en Londres, el agente
norteamericano Delazon Swith, el 10 de Agosto informó a su gobierno que
Flores había sacado por la frontera sur, mediante un pariente cercano,
40.000 dólares en efectivo, joyas, diamantes y cien libras de plata en
barras, suma considerada fabulosa por entonces. Debido a que pronto se
conoció esta nueva fechoría, la Convención Nacional reunida en Cuenca
desconoció el tratado de Virginia y su convenio adicional, empezó a preparar
una invasión armada al Ecuador con su fiel amigo y acompañante el Coronel
Ricardo Writgh.
En Diciembre pasó a Francia donde estudiaban tres de sus hijos. El Rey
Luis Felipe le entregó el Gran Cordón de la Legión de Honor, discernido en
1844. Flores era un hombre de buen ver: "La talla mas bien pequeña que
grande era bien proporcionada. Su cara, notablemente bella, era plena de
expresión y benevolencia y sus maneras impresas de una graciosa distinción
anunciaban al hombre de mundo hecho a los hábitos de una vida elegante.
De saber sin pedantería, él escuchaba con gusto, hablaba con facilidad y
encanto a sus interlocutores, con una voz dulce y armoniosa. Era valiente
a toda prueba y desde su juventud, sus capacidades militares y
administrativas le habían merecido ser acogido por Bolívar para comandar
el Departamento Sur de Colombia".
En Francia renovó sus pedidos de armas y hombres para invadir al Ecuador,
pedidos que ya había presentado en Inglaterra, pero no obtuvo
resultados. En 1846 pasó a Italia. Primero estuvo en Roma visitando al Papa
Gregorio XVI que le obsequió una Medalla de Oro y la bendición apostólica. También se entrevistó en su hotel con el Secretario de los Estados Pontificios. En Napoles recabó del Embajador español Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, las necesarias Cartas de Recomendación ante la
reina madre María Cristina de Borbón, viuda de Femando Vil, vuelta a casar
con Manuel Muñoz, creado Duque de Riansares, en quien tenia
numerosa descendencia que podría coronarse en América. En toda esa
etapa Flores trató de interesar a las autoridades europeas en la
conveniencia de una expedición de conquista de América.
En Junio de 1846 arribó a Madrid, promovió dicha expedición, propuso la
coronación de Juan Muñoz de Borbón como Rey del Ecuador y Emperador
del Perú, finalmente consiguió la protección secreta y un préstamo de un
millón quinientos mil duros de la reina madre, a través de los banqueros
Seriola, Carriquí, Salamanca y Buchental, al siete por ciento de interés anual,
pagadero por semestres, con la garantía hipotecaria de todas las rentas del
Ecuador.
Dicha expedición colonizadora debía componerse de dos mil hombres
contratados en Europa, tres barcos (Neptuno, Monarca y Glenelg) y
numerosas piezas de artillería. El Comandante Señen de Buenaga y
Guzmundí realizó la recluta y enganche en las empobrecidas provincias
vascas, mientras el Coronel Writgh lo hacía en Irlanda. Los mercedarios
debían desembarcar en la ría de Guayaquil y el propio Flores dibujó unos
planos bastante rudimentarios con indicación de los lugares que tenían
interés. Todo ello hizo que en los corrillos internacionales se rumorara la
peligrosidad de su invasión. El gobierno peruano temía, además, que la
estrecha amistad del Mariscal Andrés de Santa Cruz pudiera hacer aún más
peligrosa la aventura floreana. Por eso intervino ante el gobierno inglés y
obtuvo el embargo e inmovilidad de las naves.
Flores se había enajenado la voluntad americana y le calificaban de "Audaz
sujeto enemigo de la independencia", otros decían que estaba "interesado
en finalizar una indebida y tenebrosa transacción para llevar la guerra a la
república del Ecuador y a las naciones vecinas".
Y como ya no tenía nada que hacer en Europa, siguió a Washington, donde
el presidente James K. Polk se negó a recibirle; luego pasó a La Habana,
Kingston y Caracas en Diciembre de 1847. Allí fue atendido por sus antiguos
compañeros de armas, que le confirieron el título de General en Jefe y un
sueldo vitalicio.
En Enero de 1848 se descubrió en Guayaquil una conspiración de sus
partidarios. En Abril estuvo en Panamá como simple particular, pero su
presencia motivó agrias polémicas en el Congreso colombiano, terminando
por serle notificada su orden de salida. En Agosto vivía en Costa Rica,
aconsejó al Presidente Castro la independencia y luego quiso que solicitara
un protectorado inglés. Sus enemigos le denostaban de apátrida, aventurero
vulgar.
Mientras tanto el gobierno ecuatoriano había procedidos entregar sus
bienes incautados, a Mercedes Jijón de Flores, quien pasó a administrarlos
a nombre de su esposo. Ese año de 1847 el gobierno inglés abogó porque
también se cumpliese lo acordado en el Tratado de la Virginia, pero la
legislatura del país se opuso, subsistiendo la prohibición de su vuelta al país.
En 1852 preparó una expedición armada contra el Ecuador contando con la
complicidad del presidente peruano Rufino Echanique que lo utilizaba para
sus planes políticos. Ante la inminencia del conflicto, el 28 de Febrero
de 1853 protestó el Concejo Cantonal de Guayaquil; también protestaron
otras Municipalidades. El 4 de julio los barcos de Flores bombardearon
Guayaquil sin mayores consecuencias y tuvieron que retirarse ante lo inútil
de su acción. El 19 sus mercenarios derrotaron a las fuerzas del gobierno;
pero, faltos de todo apoyo, terminaron por regresar a la frontera. De allí en
adelante vivió en Lima con su familia, siendo motivo de frecuentes roces
diplomáticos entre ambas naciones.
En 1857 decidió renunciar la ciudadanía ecuatoriana para volver a la
venezolana e ingresar al escalafón militar de esa nación. De inmediato
logró que su nueva patria exigiera en su nombre cuantiosas reclamaciones
al Ecuador, pero al caer el régimen que las propiciaba, se solucionó el
problema internacional.
A fines de 1858 la situación política se tornó muy delicada con el Perú. El
Mariscal Ramón Castilla tenía planes imperialitas y ambicionaba la conquista
de Guayaquil y su provincia. García Moreno conspiraba con el enemigo en
Lima, en la flota enemiga vino a Guayaquil, pasó a Quito, y proclamó un
Triunvirato revolucionario que abrió campaña en la sierra con diferentes
suertes y viendo que requería de los servicios de un militar experimentado,
aceptó la oferta que le hizo Vicente de Piedrahita, delegado de Flores,
para que éste pudiera regresar al Ecuador y tomara a cargo la dirección del
Ejército, que bajó a la costa por Babahoyo y derrotó a las tropas del General
Guillermo Franco Herrera, Jefe Supremo de Guayaquil.

El 24 de Septiembre de 1860 finalmente, se consiguió la ocupación del
puerto principal. García Moreno fue proclamado Presidente en Quito y el 5
de Octubre expidió un Decreto de reparación en honor de Flores,
restituyéndole su grado militar y bienes. De allí en adelante Flores vivió entre
Quito y Babahoyo y empezó a sentir serias molestias en la próstata.
En Noviembre de 1863 la Nueva Granada declaró la guerra al Ecuador,
Flores dirigió las operaciones y el 6 de Diciembre fue derrotado Guaspud.
En Marzo del 64 fue debelado un movimiento revolucionario en Guayaquil.
Para controlar la situación bajó en Abril y sus molestias se agravaron, luego
retornó a Quito. En Agosto el General José María Urbina invadió la frontera
sur y ocupó el poblado de Santa Rosa el 8. En el Acta que se levantó
entonces. Flores fue calificado de "criminal insigne'', poco después ocupaban
Máchala y el Pasaje.
Flores se apresuró a visitar Guayaquil y recorrió la costa marítima tomando
informes. Estaba muy enfermo y así lo hizo saber a García Moreno, pero éste
no le creyó y hasta le amenazó si no partía al combate.
En tales circunstancias, no tuvo más que obedecer, el 25 de Septiembre se
embarcó al mando de dos divisiones y el 29 trabó combate en el Pital,
dispersando a un grupo de revolucionarios urbinistas, pero fue herido en
el bajo vientre por una bala perdida, cayó del caballo y fue conducido a
bordo del vapor Guayas. (3) El 30 se trabó otro combate y volvieron a
vencer los gobiernistas. Enterado de este nuevo triunfo, pidió que lo
trasladaran al Smyrk, con el objeto de regresar a Guayaquil porque sufría
intensos dolores, falleciendo en mitad del golfo, a la altura de la isla Puna, el
1o. de Octubre de 1864, de 66 años de edad.
Su cadáver fue colocado dentro de un gran barril de alcohol para preservarlo
por el resto del trayecto. Al arribar a Guayaquil le pusieron en

(3) El caballo ensillado fue tomado por los contrarios, quienes encontraron
huellas de sangre en la montura.
un ataúd, fue llevado a Quito, enterrado en el interior de la Catedral y su
familia hizo levantar un elegante túmulo de mármol de Carrara.
"Flores merece alabanza por haberse elevado desde la hez del pueblo, pero
los más vigorosos anatemas por haber empleado, para su elevación, cuanto
medio hay infame en la vida y en dicha elevación, haber sido flagelo para
varías generaciones de un pueblo, entre el cual, ni siquiera vio la luz. Por
sus manos pasaron más de cuarenta millones de pesos y no dejó ni un árbol
para utilidad de ese desgraciado pueblo”.
Creó un partido poderoso y tuvo seguidores y enemigos. Fue famoso por su
carácter insinuante y lleno de afabilidad. Un diplomático francés dijo en
1843 que era servicial y generoso con quienes quería atraerse pero que no
retrocedía ante el empleo de viles intrigas y hasta el crimen para oprimir a
sus enemigos. Sus conocimientos militares, cuyo nivel es muy relativo, unido
a su valor personal, añade a su fortaleza una gran ventaja sobre los
generales de los estados vecinos. Festejado en la sociedad, sin bases de
instrucción, pero no sin talento natural, por su dedicación asiduo, al estudio
ha reparado en los últimos años la incuria de su juventud y los conocimientos
que posee hoy día le han procurado aquí éxitos literarios y en la tribuna,
refiriéndose a la "Oda a Miñarica" compuesta en su honor en 1835 por
José Joaquín de Olmedo y a un haz de poesías escritas por Flores en
Babahoyo que se editaron después de su muerte, en Chile, bajo el nombre
de "Ocios poéticos".
Fue un militar competente aunque sanguinario en la campaña de Pasto y
luego de la batalla de Tarqui, donde ordenó el fusilamiento de los heridos
del hospital de sangre. Ducho en el arte del adulo y en el manejo de los
hombres, se conquistó un puesto importante en la sociedad quiteña por su
cortesanía extremada con las damas y sus atenciones con los caballeros. A
Bolívar demostró en múltiples ocasiones su servilismo, pero cuando le vio
caído hizo lo que le vino en gana y desmembró la parte sur de la Gran
Colombia, intentando mandar de por vida con el apoyo de los militares extranjeros. En la matanza de los patriotas del Quiteño Libre dejó todo dispuesto antes de partir a Latacunga, pensando que así deslindaría cualquier tipo de responsabilidad.
Después de la revolución nacionalista del 6 de Marzo de 1845 que le alejó
del país, tramó la ruina del Ecuador y de América postrándose ante la reina
María Cristina a quien le solicitó armas, dinero, hombres y buqués para que
recobrara América y se constituyó en un peligro para el nuevo mundo recién
libertado. Sin embargo, su mayor culpa estriba en las cartas que envió al
General Obando para obtener el asesinato de Sucre.
Actualmente la Universidad Católica de Quito, a raíz de haber recibido el
archivo Flores, se ha dedicado a la ingrata y absurda tarea de reivindicar
su memoria a través de escritos y publicaciones, error que le esta costando
la pérdida de buena parte de su prestigio como institución seria y patriótica.
En lo económico se apropió de más de la mitad del empréstito nacional de
1833 y adquirió la hacienda Elvira y el molino de la Chima cerca de
Babahoyo, hundiendo a su compadre y garante el comerciante guayaquileño
Miguel de Anzoátegui, que tuvo la tontería de garantizar al país. El
préstamo fue de 300.000 pesos al 3% mensual, capitalizable cada tres
meses; pero Flores jamás pagó un centavo y los gobiernos posteriores no
quisieron reconocer el crédito por el mal uso que se le había dado.
Anzoátegui tuvo que huir del país para evitar su prisión por la deuda
(como garante era codeudor) y murió en la pobreza en Panamá. Sus
descendientes reclamaron por años el pago de esa Deuda de Crédito
Público, aunque inútilmente.
Siempre fue un mal administrador de la Hacienda Pública y mantuvo las
cuentas del país a cero.
Sobre el crimen de Sucre aun no se ha dicho la ultima palabra pues desde
hace poco años han surgido nuevas evidencias que indican claramente la
participación del General Tomás Cipriano de Mosquera.
 
 
 
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FERNANDO MUÑOZ Y SANCHEZ

DUQUE DE RIANSARES.- 


DEL DICCIONARIO BIOGRÀFICO DEL DR. RODOLFO PÈREZ PIMENTEL.

Nació en Tarancón, España, hacia 1.808 y fue bautizado con los nombres de Agustín Femando. De humilde cuna, ingresó a la Guardia de Corps formando parte de la escolta asignada a la Reina María Cristina de Borbón, viuda del rey Fernando VII y con dos hijas, la futura reina Isabel II
cuya regencia desempeñaba y la Infanta Luisa Fernanda.
Una mañana que salió la reina de paseo en carroza por el parque del
Buen Retiro, se fijó en el gallardo militar que iba a caballo a su lado y quedó
enamorada de su apostura, contrayendo matrimonio morganático y secreto
tres meses después, a principios de 1.834, sin que
la noticia trascendiera más que entre sus íntimos. Así fue como empezaron
a llegar los numerosos hijos, llamados desde 1.845 los Riansares por el título nobilario que le concedería después a su marido.
Entre 1.840 y el 43 vivió la real pareja exiliada en el Palacio de la
Malmaison de París, a raíz de que el General Baldomero Fernández
Espartero terminó con la regencia y publicó la noticia del matrimonio,
constituyendo su residencia en centro político del que fue inspirador principal el General Ramón Narváez, aunque nominalmente figuraba como Jefe de la Conjura el marido de la reina.
Al volver ésta a ocupar el trono y la regencia en 1.843, entregó a su
esposo dos títulos nobilarios: el Marquesado de San Agustín el 44 y el
Ducado de Riansares el 45 y las Cortes confirmaron públicamente su
matrimonio, legalizando su estado.
Desde entonces los esposos se entregaron a la vida familiar pues eran
muy felices.
El Duque protegía a los artistas, entre ellos al célebre pintor Fortuny, pues
gozaba de la crecida fortuna de su cónyuge que había heredado diecisiete
millones de pesetas del fallecido Rey Fernando VII, de las cuales tenía que
entregar seis a cada una de sus dos hijas con motivo de sus inminentes
matrimonios.
Riansares embellecía con un Palacio y numerosos jardines a su pueblo natal
cuando en 1.845 hizo su aparición en Europa el depuesto General Juan José
Flores, ex presidente de la República del Ecuador, quien primeramente había
circulado por París donde le recibió en Audiencia Especial el Rey Luis Felipe
de Orleans, que al enterarse de sus planes de reconquista le aconsejó que
partiera a la corte de Nápoles donde gobernaban los Reyes Francisco I y
María Isabel de España, hermana de María Cristina.
En Nápoles conoció Flores al Embajador español, Angel de Saavedra,
Duque de Rivas, quien le dio varias Cartas de Presentación para la Corte
de Madrid. Luego fue recibido en Roma por el simplón del Papa Gregorio
XVI, en Audiencia Especial y con Bendición Apostólica, como si se tratara de
un Jefe de Estado en ejercicio.
Finalmente tomó el camino de Génova y Barcelona, pasó a Madrid a
principios de 1.846 y logró que el diplomático Luis de Potestad gestionara
ante el General Ramón Narváez la posibilidad de llevar a cabo una
expedición armada al Ecuador, para entregar la corona de nuestra
Patria a un hijo de la Reina Regente o del Infante Carlos María Isidro de
Borbón, pretendiente molestoso al trono de España. Flores sabía endilgar
sus saetas pero en esta ocasión no tuvo éxito y Narváez no cayó en la
trampa; pero como a las pocas semanas le sucediera en la presidencia
del Consejo de Ministros Francisco Javier Istúriz, que nombró para la
Secretaría de Guerra al General Sáenz, Flores envió nuevos comisionados
con iguales resultados, pues Sáenz era sujeto pusilánime e incapaz de
adoptar planes de tanta audacia. Entonces se habló con el propio Istúriz. Pedro Egaña en vista de que el Gobierno no demostraba interés alguno en el fantástico proyecto de invasión, pensó que el asunto podría salir a nivel privado y logró interesar al Duque de Riánsares, que en su
candidez le abrió a Flores las puertas de su esposa Maria Cristina, a quien
fue fácil convencer por su naturaleza femenina y amor a sus numerosos hijos. De allí en adelante el asunto comenzó a marchar.

Flores planteó a la incauta señora la posibilidad de recobrar el Imperio del
Perú y entregar la corona a su hijo mayor Juan Muñoz de Borbón, joven de
doce años que despuntaba para mayorcito y que gobernaría estos
territorios con el nombre de Juan I bajo la regencia floreana hasta que
cumpliera su mayoría de edad.
Se insinuaba que todo sería fácil dadas las simpatías de Flores en el
Ecuador, donde la mayor parte de sus ciudadanos aún le querían y
admiraban. Sus buenas maneras, la convicción de sus argumentos y ese
poder magnético que sabía administrar tan bien, le sirvió en esta ocasión
para llevar a cabo tan descabellado propósito, que requería de un millón
y medio de duros que la Reina quedó en facilitarle en préstamo a través
de sus banqueros José de Salamanca, José Buchental, Jaime Ceriolla y
Nazario Carriquirí, como efectivamente sucedió en Septiembre, firmando
Buchental y Salamanca de una parte y Flores de la otra, con la categoría
-falsa por cierto- de Presidente de la República del Ecuador.
El contrato establecía lo siguiente: el capital sería de un millón y medio de
pesos fuertes y duros, los intereses el 25 % pagaderos de la siguiente
forma: 10 % de presente, es decir al momento de la formalización del
contrato; 5 % a tiempo de verificarse el embarque; 5 % cuatro meses
después de su llegada al Ecuador y el 5 % dos años después de dicha
llegada. Más un 6 % de interés anual y 1 % de comisión por semestre.
El préstamo fue avalizado por el Duque de Riansares. Flores entregó como
garantía "la hipoteca de todas las rentas del Ecuador al seguro de otros
intereses y del capital indicado " (sic.) mientras el gobierno español se
hacía de la vista gorda ante asunto tan delicado que podría generar
reclamaciones internacionales, como efectivamente sucedió, con naciones
que España consideraba desde hacía poco nuevamente sus amigas.
Istúriz y su Gabinete se doblegó así ante los deseos de la Reina Regente,
que actuaba más bien por impulsos que movida por la reflexión y que poco
tiempo después llegó a entregarle a Flores el Gran Collar de la Orden de
Caballeros de Carlos III, que éste comenzó a lucir en su pecho como hombre
de importancia que era, sin acordarse de sus antiguas andanzas
independentistas en América. Así era de voluble y convenienciero...!
A fines del 46 el Coronel Señen de Buenaga comenzó a reclutar
voluntarios haciéndoles firmar contratos donde constaban con la calidad de
expedicionarios colonizadores, mientras Flores licitaba otros enganches
a través de José Murcia y Martí y cuando todo parecía ir bien y el Coronel
Ricardo Wright Montgomery había conseguido los buques el Monarca y el
Neptuno de seicientas toneladas cada uno y el transporte Glenelg a la
empresa Baring Hnos. de Londres, que los puso bajo las órdenes del Capitán
John Charretie, de la Compañía de las Indias Orientales, sonó el escándalo.
La prensa inglesa empezó a dar noticias de la expedición y numerosos
representantes latinoamericanos, justamente alarmados por los aprestos
bélicos de Flores, protestaron ante la Cancillería británica, solicitando que
impidiera el zarpe.
El Times de la capital inglesa era el periódico más interesado en el asunto.
Se dijo que Wright había comenzado la recluta de 500 irlandeses y que los
restantes 1.500 saldrían directamente de España. A más de ello, sonó por
esos días otro escándalo relacionado con España, se trataba de la
expedición armada del Conde de Montemolín, hijo del Infante Carlos María
Isidro de Borbón, para iniciar la segunda Guerra Carlista con la ayuda
económica de varios banqueros ingleses y la militar de sus fieles
lugartenientes los Generales Cabrera y Zumalacárregui. Todo ello sirvió
para mantener por algunas semanas el ambiente en zozobra y los ecos de
tales escándalos llegaron al gobierno español que se asustó sobremanera;
sin embargo de lo cual, la expedición siguió adelante merced al tesón de
Flores con nuevos reclutamientos en los países vascos, Francia, Portugal y
la preparación de los voluntarios para que se acostumbraran a las prácticas
militares.
En eso advino la protesta formal de los comerciantes ingleses del "Comité
de la Asociación Sudamericana y Mexicana" presidido por J. D. Powles,
quien se dirigió a Lord Palmerston indicándole que la recluta bajo el pretexto
de inmigración así como la compra de equipo militar y embarque, encubría una
intervención directa de la política inglesa con los
países sudamericanos. Palmerston puso el asunto en conocimiento de la
Cámara de los Lores del Tesoro y el 19 de Noviembre ésta dictaminó el final
del reclutamiento de hombres en Irlanda y el secuestro de los dos buques
principales, con lo cual se dio por finalizado el asunto.
La noticia causó gravísima impresión en Flores que veía alejarse sus
planes de regreso a América, pero sin desanimarse por ello viajó en Enero
de 1.847 a Inglaterra y fue recibido por Lord Palmerston, consiguiendo una
orden de Devolución y que se dejara sin efecto el juicio militar –Corte
Marcial- iniciado contra Wright y su Ayudante el Capitán Sleigh.
De regreso a España pidió en Bayona su pasaporte para ingresar por la
frontera, pero el Cónsul se lo negó cortésmente y tuvo que instalarse en
Burdeos y luego en París, decepcionado por la pérdida de poder político
en la Corte. A fines de año salió por Bruselas y el Havre a NewYork con
Wright y un sirviente. En Washington quizo ser recibido por el Presidente
James Knowk Polk pero éste ni siquiera le contestó su Nota. Entonces partió
a Caracas dando por terminados sus planes, que habían escandalizado a la
América Hispana más de un año.
El Duque de Riánsares, en cambio, tuvo que rescatar los buques a través
del Embajador español Istúriz, quien logró tomarlos y venderlos a buen
precio, recobrando en algo los valores invertidos. Después se entendería
personalmente con Buchental y Salamanca, sus banqueros acreedores, a
quienes tuvo que pagar una fuerte cantidad tomándola del capital de su
Real consorte, que sufrió una fuerte menoscabo.
Desde 1.854 volvió a residir con los suyos en el Castillo de Saint Adresse
de París. Tenía el cargo honorífico de Mariscal de Campo y desde 1.847
gozaba del Ducado francés de Montmorot, que recibiera graciosamente de
Luis Felipe I.
Desde su dorado exilio pudo conocer todos los sucesos de importancia
histórica que se desenvolvían en España. En 1.868 el destronamiento de
Isabel II, en 1.869 el ascenso de Amadeo I de la Casa de Saboya, en
1.873 la declaración de la República y finalmente el 74 la restauración
borbónica de Alfonso XII nieto de su esposa. Murió en París años después,
recordando hasta el final de sus días la loca aventura sudamericana en que
le metiera a él y a su esposa el ambicioso General Juan José Flores.
 
 
 
 
 


 


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